Una de las máximas del sector funerario es conseguir que, un momento tan doloroso como es la muerte de un ser querido, sea para las familias y los seres queridos lo menos traumático posible, dándose un ambiente agradable donde poder recibir el cariño de los allegados.
Para conseguirlo, es importante conocer las distintas realidades de cada familia, entre las que se encuentran sus sentimientos religiosos. En España conviven, además del cristianismo, varias religiones entre las que destaca en número, el islam (casi dos millones de personas, en 2018).
Pese a compartir con el judaísmo y el cristianismo cierta idea común de la muerte como “un paso hacia la vida eterna«, el islam tiene sus propias tradiciones funerarias. Para los musulmanes es importante que el funeral y el entierro se realicen rápidamente (antes de las 24 horas del fallecimiento) para liberar al alma del cuerpo. Además, tal y como recoge el Corán deben enterrarse con un sudario, orientado hacia La Meca y en contacto directo con la tierra (sin ataúd).
De ella (la tierra) os hemos creado, a ella os devolveremos, y de ella os haremos surgir de nuevo”.
Versículo 55 del capítulo 20 del Corán.
Esto último choca con la legislación existente, y tan solo algunas comunidades autónomas permiten que el cuerpo sea depositado directamente en la tierra. De igual manera, el fallecido no puede yacer enterrado con personas de otras confesiones.
Por ello, en varios cementerios del país existe un terreno reservado a este tipo de enterramientos. Sin embargo, aún existen pocos cementerios íntegramente musulmanes en España. Uno de ellos es el cementerio musulmán de Griñón (Madrid) anexado al cementerio municipal, que “comenzó su andadura por la necesidad de efectuar enterramientos de ciudadanos musulmanes y bajo la confesión que profesan”. En lugares como este, las tumbas suelen tan solo con una lápida y una escritura en árabe.
Por último, y en cuanto a la cremación, en la religión musulmana se rechaza, debido a la creencia de la resurrección del cuerpo.