La cremación se ha posicionado, especialmente en los últimos cinco años, como una opción más frente a la inhumación llegando a ser elegida por casi el 45% de los fallecidos en España.
Este crecimiento se debe, en parte, al buen hacer que empresas y funerarias han demostrado a la hora de profesionalizar un proceso que hasta hace muy poco era prácticamente anecdótico en nuestro país. Uno de los elementos que más se ha optimizado es la sala del horno crematorio. Y es que, aunque el funcionamiento de estos hornos no se verá afectado por el diseño de la habitación, sin duda la experiencia de los seres queridos sí estará marcada, entre otras cosas, por el ambiente en el que se lleve a cabo la cremación. Así lo señala Blima García, Psicóloga General Sanitaria y Terapeuta Familiar:
“Las personas recordamos este rito toda nuestra vida. Al evocarlo, inevitablemente tendremos presente cada detalle . Por eso, el contar con una sala agradable donde nos sintamos cómodos, nos ayudará a recordar lo verdaderamente importante (el apoyo de nuestra familia, los lazos de amistad o amor, la emotividad) y no quedarnos, con, por ejemplo, el frío que pasamos o lo desagradable del lugar”
¿Qué no debe faltar nunca en una sala de cremación?
En la cremación, son estas salas las que albergarán esa última despedida que los seres queridos guardarán para siempre en sus retinas. Por ello, es sumamente importante que cada uno de sus detalles funcionen en armonía y que este rito sea recordado con el cariño que merece.
“La dignificación de la cremación pasa porque los espacios tengan una imagen, una decoración y una liturgia de acompañamiento a la familia que haga que la cremación no sea un proceso industrial”, Francisco Pérez, gerente de Ideter.
La adecuada elección de los colores de la sala es una de esas piezas claves que debemos cuidar. Cada uno es capaz de transmitir una emoción, una sensación concreta. De esta manera, los tonos verdosos son capaces de evocarnos la naturaleza y su tranquilidad. Una opción válida que no es, ni mucho menos, la única. Y es que más allá de los colores elegidos es esencial crear un ambiente acogedor, tanto en el tono de las paredes como en el resto de los detalles de la sala.
Cómo crear el mejor ambiente: el uso de la luz
En consonancia con los colores se debe tener en cuenta la luz. Que sea de tipo indirecto, permitiendo una correcta visión pero sin caer en tonalidades demasiado apagadas o, por el contrario, excesivamente vivas, será importante para dotar al momento de esa calidez necesaria. En la misma línea, hay que adecuar el tamaño de la habitación, que nunca deberá ser inferior a 15 metros cuadrados, para evitar así una sensación de agobio.
La introducción del féretro en el horno será también un momento crítico que debe estar completamente controlado. Aspectos como el tiempo de introducción, que debe ser suficiente para que la despedida pueda transcurrir sin prisas innecesarias, o extras, como ofrecer a las familias el accionado remoto del proceso.
Un momento vivo en la memoria
No son los únicos aspectos a cuidar, en un buen protocolo se debe vigilar cada singularidad. Así, desde donde seguir el proceso será otro de los componentes a tener en cuenta. Si es desde una sala contigua con cristal habilitado, este deberá ser de gran tamaño, para que los seres queridos que elijan vivir el momento puedan sentirlo cómodamente. De igual manera, si el medio elegido para la visualización es una cámara, ésta debe poder cumplir el tamaño y la ubicación necesaria para seguir en directo el proceso.
“Los ritos de despedida tienen un sentido, y es ayudarnos a transicionar una etapa más del duelo, de ahí su gran importancia”, señala la psicóloga.
Por ello, y para completar adecuadamente el rito, también podemos utilizar un buen acompañamiento musical que conduzca a los seres queridos en los instantes más delicados. Además, un trato siempre correcto, por parte de profesionales adecuadamente formados en duelo y capaces de acompañar respetando el dolor, será sumamente importante para que el servicio consiga aspirar a la excelencia.