«Queremos que la gente de la asociación sean los que participen, los que la desarrollen»
Fernando Alcón, presidente de AESPROF
AESPROF es una asociación de profesionales funerarios joven, muy joven, de apenas dos años. Sin embargo, ha tenido que enfrentarse a una pandemia que ha llevado al límite a los trabajadores del sector funerario. Hablamos con Fernando Alcón, su presidente y un referente de la tanatopraxia en España, sobre la necesidad de profundizar en la formación de los profesionales y cómo este salto de calidad es lo que necesita la cadena funeraria para ofrecer un mejor servicio: «Lo más importante son las familias», recuerda.
Tras el parón obligado por la pandemia, regresa Funergal. ¿Es una edición especial para vosotros?
Empieza a haber una normalidad y es lo que nos interesa a todos. La pandemia nos frenó mucho porque somos una asociación joven, fundada en diciembre del 2018. No hemos podido realizar muchas de las acciones o ideas que teníamos previstas. A partir de ahora, que ya no hay uso obligatorio de mascarillas y que la gente ya se puede reunir, vamos a incrementar nuestra actividad en cuanto a la relación personal entre socios.
¿Es muy necesario ese contacto para una asociación como la vuestra?
Somos una asociación que la manejan los socios, no la junta directiva. No es igual la necesidad de contacto entre un tipo de asociación y otro. Cada una tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Nosotros queremos que la gente de la asociación sean los que participen, los que la desarrollen.
¿Qué supone para AESPROF estar en Funergal?
Es poder demostrar lo que somos y lo que queremos ser. En la feria de Valencia llegamos con una imagen que la gente no sabía ubicarnos. Pensaban que éramos un sindicato, que iríamos contra la patronal, que buscábamos guerra… La feria de Valencia nos sirvió para, en muy pocos días, demostrar que lo único que queremos es que el sector sea profesional y tener una muy buena relación con todo el mundo.
Desde los años 80 el sector se ha ido profesionalizando mucho.
Se ha profesionalizado mucho, pero todavía nos queda mucho por hacer. Tenemos que cambiar la concepción social del sector. En España vamos en el vagón de cola en este sentido. Hay países en los que el mundo de la tanatopraxia o tanatoestética, por ejemplo, sigue siendo tabú. Cuando yo empecé en este mundo nadie ofrecía ese servicio, nos limitábamos a llevar al fallecido a su domicilio, porque no había ni tanatorios. Era la familia la que se encargaba de vestir al difunto. Todo va evolucionando.
Existe, pues, un campo de profesionalización fuera de la tecnología.
Hay que seguir trabajando para llegar a ser verdaderos profesionales, no sólo con informática y marketing. La técnica no se aprende sólo con los libros. Lo más importante es que tú te encuentras con una familia que acaba de perder un ser querido. Ese momento es muy duro. No es lo mismo una persona mayor que alguien joven que se va a trabajar y no vuelves a verlo.
La pandemia nos ha cambiado la mentalidad. No sabemos los daños psicológicos que irán saliendo los próximos años debido a esto. No ha habido cuerpo, no ha habido despedida.
¿Ha sido el momento más duro del sector? Habéis tenido que asumir un trabajo tremendo y un coste no sólo económico.
Sí, ha sido muy duro. El concepto social que se tiene del sector funerario en España nos ha dejado abandonados. A todos los sectores se les ha intentado valorar un trabajo que no se veía. A nosotros no. ¿Sabes lo duro que es que te digan que usted aquí no ha hecho nada? Hemos estado cargando con todo el peso de la familia, la sanidad, etc… Nadie lo ha visto. Hemos tenido que asumir todos los costes, tanto económicos como profesionales y personales.
¿Ha demostrado la pandemia que se necesita ahondar más en la profesionalización de los actores del sector?
Nosotros acogemos a todo el sector, no solo al funerario o al tanatopractor. Acogemos también al señor del cementerio, al del horno crematorio… Todos tienen su valor y su momento en esta actividad.
La profesionalidad está haciendo que ese concepto de que las funerarias se hacen ricas a costa del sufrimiento de otros, esté cambiando. Hemos soportado unas pérdidas en la pandemia que la gente no valora: hemos tenido que poner equipos, suprimir gran parte de funerales, no ha habido velatorios… Si no hay tanatorio no podías cobrar ese concepto. No había coronas, ni funeral, ni iglesia. No todo es ganar, y ahí hemos estado.
¿Qué planes a corto, medio y largo plazo se marcan?
A corto, medio y largo plazo tenemos un objetivo: luchar por seguir profesionalizando el sector, que sea reconocido. Para eso tenemos que dar formación, técnicas que se realicen en directo. No se puede aprender anatomía en un libro.
Estamos organizando este año webinars, charlas magistrales y talleres de todo tipo. Si el sector es más profesional, las que se benefician son las familias. Y si las familias se benefician también lo hará la funeraria y, si todo esto se hace bien, lo hace el profesional funerario. Es una cadena. Al final hay que ayudar a la persona en la pérdida, es lo más importante.