Bon-chan es el nombre de esta tortuga gigante que, hace ya dos décadas, anima las calles de Tokio y, en especial, a los clientes de una de las funerarias de la ciudad, parada habitual del animal.
La historia del reptil va ligada a la de su dueño, Hisao Mitani. Fue su mujer quien se enamoró de la tortuga cuando esta tenía un tamaño aún inferior a la palma de una mano. Actualmente, con sus más de 70 kilos de peso, el ejemplar se ha convertido en toda una atracción turística en la ciudad.
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El reptil, como puede verse en el vídeo, va además ataviado con distintos accesorios –cuenta incluso con abrigo en los meses de invierno-. Y es gracias a su particular tamaño que no deja indiferente a nadie, ni siquiera a las personas que se la topan a la entrada de la funeraria, ya que «incluso en momentos de tristeza, la gente sonríe cuando la ve», señala el propietario.
En Japón, estos animales son auténticos símbolos de longevidad, aunque, tal y como declara su dueño, tampoco ellos escapan a la inmortalidad, «Escuche que este tipo de reptil vive durante unos 80 años, por lo que me iré antes que él», señala Hisao Mitani.