«Nunca pensé que un tipo como yo pudiera dedicarse a este oficio». Así comienza la nueva novela del escritor José Antonio Ortega Espinosa, ‘Desde Algeciras a Ksar Achbarou (O las tribulaciones de un funerario en apuros)‘, en la que el escritor gaditano cuenta la historia de un periodista en paro cuya vida cambia al entrar a trabajar como operario en una empresa de pompas fúnebres. Una historia que, con tintes de ficción, cuenta su propio relato. El escritor, periodista de profesión, se quedaba en paro en 2012 y comenzaba entonces a trabajar como conductor en una funeraria.
En sus páginas encontramos el viaje, basado en hechos reales, que el protagonista debe realizar hasta el desierto del Sáhara para trasladar el cadáver de un joven migrante, ahogado en aguas del estrecho de Gibraltar. En el libro confluyen varias historias, por un lado el desconocimiento que desde el público general se tiene del sector funerario, por otra, la realidad del trabajo diario. Entre medias encontramos romance y reflexiones sobre la inmigración o el terrorismo.
Hablamos con el autor en una interesante entrevista en la que nos desgrana los pormenores de ese «cambio laboral» y de lo que se fue encontrando a través de su nueva ocupación como conductor funerario.
Esta es ya tu quinta novela, ¿Cómo comenzaste a escribir?
Llevo prácticamente toda la vida escribiendo. Recuerdo que, de pequeño, cuando vi la película de Mujercitas, se me quedó grabado el personaje de Josephine, su gusto por escribir. A mí encanta tanto escribir como hacer cómics. En la escuela muchas veces me regañaban por estar haciendo mis dibujos, mis aventuras.
Y te formaste como periodista.
Estudié periodismo en Madrid, y, aunque en aquel momento no terminé la carrera (eran años de mucho “desmadre”) más tarde sí que acabé dedicándome al oficio. Luego también estudié Sociología y Ciencias Políticas y ahora mismo estoy haciendo un máster en Historia Medieval.
También tuve una parte de mi vida más rebelde, en la que escribí menos, pero nunca deje de leer. Leer es lo fundamental, para cualquiera, pero aún más para quien quiera dedicarse a esto.
¿Cómo nace el argumento de esta novela?
Yo tengo un amigo funerario, al que he acompañado muchas veces en traslado de cadáveres, sobre todo a Marruecos. Pero en el año 2012 pierdo mi empleo y entonces comienzo a trabajar con él. Como conductor me dedicaba a repatriar cuerpos, muchos de ellos de inmigrantes que fallecen en el Estrecho.
Por lo que la novela tiene una carga autobiográfica importante.
Sí. Cuando entro a trabajar en la funeraria yo ya conocía el ambiente y además conozco bien Marruecos (es el país de mi mujer). Me lo he recorrido varias veces. Mi trabajo consistía en trasladar el cuerpo desde el lugar del fallecimiento hasta su ciudad o pueblo natal. En ocasiones, aldeas que ni siquiera salen en el GPS, con dos o tres casas nada más.
La novela surge de esa experiencia. Tenía ganas de contar esa historia.
¿Cómo es verte de la noche a la mañana, trabajando en una funeraria?
Fue una experiencia muy, muy gratificante. Me pasaba el tiempo viajando, por lo que por una parte, dejando claro el respeto por la situación, era una sensación de «desconexión». Viajar por Marruecos, solo, en un coche funerario, a un sitio al que no conoces, puede convertirse en toda una aventura.
Tuve la oportunidad de conocer muchos lugares, paisajes, gente. Y sobre todo gente buena, muy agradecida. Recuerdo llegar a un poblado muy pequeño, de personas muy pobres que ni quiera podían pagar el entierro (lo pagaba el consulado de Marruecos) y yo llegaba allí y te lo daban todo, querían pagarme y cuando yo lo rechazaba me «colaban» incluso las monedas por la ventanilla. Son momentos gratificantes y duros. Hay que tener en cuenta que muchos de los cuerpos que trasladaba eran de chicos muy jóvenes que habían fallecido tratando de llegar a España.
Y siempre con la responsabilidad
Sí. En este trabajo he sentido satisfacciones que no he sentido nunca en ningún otro. Esa sensación de trasladar el cuerpo de una persona, para llevárselo a su familia, de finalmente encontrar el sitio y entregarlo es una sensación indescriptible. No me sentía tranquilo hasta que llegaba y cumplía mi cometido.
Tras tantos viajes tendrás una idea bastante clara sobre la concepción de la muerte y los ritos en Marruecos ¿son muy distintos de los que tenemos aquí?
La mayor diferencia viene dada por las costumbres ligadas a la religión. Los musulmanes, por su condición, deben ser enterrados lo antes posible tras el fallecimiento, y debe hacerse en su lugar de nacimiento. Además deben enterrarse después del amanecer y antes del ocaso, normalmente en un sudario, sin caja.
Actualmente has vuelto a tu trabajo anterior, en el Ayuntamiento. ¿Hay algo que eches de menos del día a día de una funeraria?
Lo echo mucho de menos, sobre todo viajar, a mí la carretera me encanta. Reconozco también que es un sector en el que hay mucha competencia.
¿Ha habido algún momento especialmente difícil?
Ha habido momentos complicados. Recuerdo reventar una rueda, en mitad de la autopista, de madrugada, con el féretro en el coche. Algunas de estas anécdotas las cuento en la novela. Pero de los peores momentos, sin duda, han sido cuando nos han llamado para repatriar algún niño.
Algunos de estos recuerdos los cuentas en la novela, ¿Qué más podemos encontrar en ella?
En una road movie, el personaje, al tiempo que va haciendo un traslado va haciendo reflexiones, sobre la vida, la inmigración o la actualidad. Por supuesto hay historia de amor y también una trama sobre terrorismo.
¿Dónde podemos encontrar el libro? ¿Ya hay planes de la próxima novela?
Aquí en Cádiz puedes encontrarlo en las librerías Trazos y Salazar. Y en el resto de España ya está en grandes superficies como Casa del Libro o El Cortes Inglés.
En cuanto a la próxima novela, tengo muchas historias abiertas, pero me gustaría escribir una historia en la Edad Media, para lo que estoy estudiando un máster, para poder reflejar un contexto histórico fiel y riguroso.