
23 de marzo de 2021
Se cumple un año desde que empezó esta pandemia para todos, pero no todos la hemos vivido igual. Nuestra cercanía a los trabajadores funerarios, la razón de nuestro oficio periodístico, nos permite relatar de forma precisa cómo se han sentido en estos tiempos oscuros.
A partir del Estado de Alarma, declarado el 14 de marzo de 2020, y de la conciencia de que estábamos ante una catástrofe, los funerarios empezaron a hacerse preguntas: “¿Lo hemos llevado a casa, a nuestras familias? ¿Estamos ya contagiados por la exposición directa? ¿Qué va a pasar ahora? ¿Cómo vamos a trabajar?”.
Frente a la vorágine, constatamos la predisposición de todo el personal funerario español para enfrentarse al problema. Directivos de empresas bajando a las trincheras para animar a sus compañeros y asistir en sus necesidades; tramitadores y personal de protocolo atendiendo, consolando y escuchando a las familias; proveedores haciendo cuentas imposibles para tener existencias con los mismos precios; hombres y mujeres que se cambiaban en el descansillo de sus casas antes de reunirse con sus familias; altos directivos con jornadas infinitas coordinando acciones con el ejército y los Servicios Funerarios de Madrid, los primeros grandes implicados, que han realizado una labor ejemplar, desde su director hasta el último recién llegado.
Desde innovaFuneraria, podemos constatar la solidaridad de todas las provincias de España con Madrid, a fin de aliviar sus momentos más duros, que tuvieron Majadahonda, IFEMA, el Palacio de Hielo y el Instituto de Medicina Legal como trágicos escenarios. Todo ello, con la absoluta falta de medios que todos recordamos: ni mascarillas, ni EPIs ( equipos de protección individual).
El 1 de abril de 2020, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, denuncia que «algunas funerarias» han «aprovechado» la pandemia para «especular» y subir de forma «espectacular» los precios de sus servicios. Como ya indicamos en nuestros artículos de entonces, estas declaraciones, totalmente inoportunas, hicieron que el sector quedase señalado y demonizado. El lunes siguiente, el Ministerio de Sanidad publicó una orden ministerial restringiendo las tarifas. Hablamos de acusaciones dirigidas a un 5% del sector, mientras el 95% restante, totalmente comprometido con la causa, recibía de forma injusta los efectos de semejante brocha gorda. Toda una bomba desmoralizante para los profesionales.
La segunda ola invirtió las tornas: fueron otras provincias las más afectadas por el virus, como Galicia, Asturias, Aragón y Cataluña. Mientras tanto y a pesar de todo, empresas funerarias públicas y, sobre todo, privadas, dedicaban millones de euros en horas extras, turnos estancos, contratación de personal para suplir bajas, PCRs privadas (las más rápidas), etc., a fin de seguir el reglamento sanitario.
Titulamos nuestro primer anuario impreso como “El Año de los Héroes”, la mejor definición para los funerarios de este país. Es lamentable ver cómo, después de un año y tanto dolor sufrido, los héroes siguen abandonados por las instituciones. El mismo Gabinete de Presidencia del Gobierno de España destacaba esta semana la labor del sector, pero de vacunación nacional de todos los trabajadores, poca cosa: “Daremos remisión al Ministerio de Sanidad”, afirmaba Iván Redondo en su carta.
Desde que las vacunas empezaron a distribuirse, empresas, trabajadores y asociaciones del sector han pedido al Gobierno del país ser incluidos como colectivo prioritario en el Plan de Vacunación contra la Covid-19, pero todavía siguen esperando. Ahora, comunidad por comunidad, se están produciendo pequeñas victorias y ya tenemos algunos compromisos institucionales: primero llegó Madrid; luego Cataluña, Aragón y más recientemente, País Vasco y Navarra.
Por medio de este editorial, reivindicamos el derecho de los funerarios de todas las regiones de España a acceder a vacunas que garanticen su seguridad en el desempeño de su trabajo. Les mandamos una vez más, y las veces que sean necesarias, nuestro apoyo incondicional. De esta forma, dejamos constancia de la dramática situación que están viviendo, pero sin olvidar a los grandes perdedores de esta guerra, las personas fallecidas y sus familias, así como aplaudimos a los valientes soldados que cuidan hoy de los que más queremos, nuestros sanitarios.
Los funerarios continúan trabajando en esta tercera ola, y también lo harán en las que estén por venir. Siempre.