La segunda jornada de Funermostra, feria funeraria que se celebra estos días en Valencia, llegaba a su fin con la conferencia “Los espacios de la muerte. Una reflexión post-covid”, organizada por el Colegio de Arquitectos de Valencia.
En ella han participado Pedro Azara (Doctor Arquitecto y profesor de Estética y Teoría de las Artes en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona), Inés García (arquitecta y profesora de la Escuela de Arquitectura y Politécnica de la Universidad Europea de Madrid), Emilio Luque (Doctor en Sociología por la UCM y antropólogo social) y José Vicente Aparicio, presidente de Funermostra.
“La arquitectura funeraria existe porque somos mortales, pero también porque tenemos esperanza por sobrevivir”, señalaba Azara, quien realizó durante su intervención un repaso por la arquitectura funeraria en la antigüedad en lugares como Grecia, Mesopotamia o Egipto.
La evolución de ese arte y arquitectura funeraria fueron los temas centrales que ocuparon la intervención de Inés García. Desde finales del siglo XIX, la arquitecta realizó un viaje por las distintas etapas por las que han pasado cementerios tan célebres como el de La Almudena (Madrid), hasta llegar a las últimas innovaciones que incorporan los tanatorios europeos.
“Hemos dejado a la muerte sin espacio, la hemos evacuado de la cultura contemporánea”, así comenzaba la última de las intervenciones, la de Emilio Luque. Tal y como explicaba el sociólogo, la sociedad, en especial en España, “aparta” la muerte al no saber “muy bien qué hacer con ella”. Así, defiende la tesis de que “despreciamos la maquinaria cultural que rodea la muerte”, que son esenciales para poder aceptar la muerte y atravesar el duelo.