«Somos el último eslabón de la cadena sanitaria y una parte fundamental para cualquier sociedad. Y es verdad que no tenemos ese reconocimiento público»
«Ahora les toca a las nuevas generaciones, que llegan con mucha formación y muchos conocimientos, seguir introduciendo las innovaciones»
«El trabajo más duro está hecho. Tenemos una buena base sobre la que seguir construyendo»

Fundada en 1985, Funerarias del Oriente es hoy en día una referencia dentro de su ámbito de actuación, el Oriente de Asturias. Cuentan con 6 tanatorios repartidos en distintos núcleos que dan servicio además a los municipios y pueblos colindantes. En un nuevo paso hacia delante, apuestan por abrir el primer crematorio de la comarca. Aunque aún en trámites, esta instalación permitirá a las familias de la zona optar por la cremación sin tener que desplazarse, como hasta ahora, a ciudades cercanas como Gijón y Oviedo. Al frente de la gestión Pedro Llamedo y, ahora, su hijo Adolfo Llamedo, quien se prepara para coger el testigo de la empresa familiar. Con ellos hablamos del pasado y el futuro de un sector «aún poco reconocido».
¿Por qué se toma la decisión de abrir ahora el primer crematorio de la comarca?
La idea no es nueva, llevamos tiempo intentando. Y la demanda cada vez es mayor. Al final es un trastorno para las familias que eligen la cremación, porque tiene que desplazarse hasta Oviedo o Gijón. Con el nuevo crematorio facilitaremos este trámite a las familias.
Como comentan, sí hay en los últimos años una tendencia cada vez mayor de las familias a optar por la cremación, ¿es algo que venían notando en la funeraria?
Sí, el número cada año es superior. Aún así nuestros datos están algo por debajo de la media que, por ejemplo, ofrece Panasef. Creemos que en gran parte es debido a lo que comentábamos, esa necesidad de tener que desplazarse a otra ciudad. Es previsible que la instalación del horno aquí haga que cada vez más personas opten por ello.
¿Qué supone esta apuesta para la empresa? ¿Y para la comarca?
Económicamente, para la empresa, desplazarnos hasta los crematorios cercanos también es un esfuerzo. Por eso es un salto cualitativo. Pasar de ser una funeraria sin horno crematorio a disponer de la infraestructura nos hace poder ofrecer un servicio mucho más completo a las familias.
Poco a poco parece que vamos saliendo de la pandemia. Dos años muy duros para todos, y también para los trabajadores del sector, que en todo momento acompañaron a las familias. ¿Creen que se valoró ese esfuerzo mantenido?
Sí sentimos ese reconocimiento personal de muchas familias, del cual estamos muy agradecidos. Pero a nivel de prensa, nada.
Somos el último eslabón de la cadena sanitaria y una parte fundamental para cualquier sociedad. Y es verdad que ese reconocimiento, a nivel de servicio público, quizá no lo tenemos. Aunque puede que la pandemia haya mejorado esa percepción que se tiene del sector.
En ello entiendo que influye mucho esa visión que tenemos en Europa sobre la muerte. Es algo que no queremos ver, que ocultamos.
Sí, hay cierto reparo hacia la muerte. Es curioso, porque sí somos capaces de ver y valorar a un profesional sanitario, que al final es quien lidia con la enfermedad, pero con el funerario se pierde ese prestigio y esa valoración positiva.
Con tanatorios ya en Arriondas, Cangas de Onís o Colunga y velatorios en Posada de Llanes y Ribadesella, la funeraria cuenta con una amplia experiencia en la gestión en núcleos de población muy rurales. ¿Qué distingue el servicio en este tipo de zonas con otras más urbanas?
Al final cada uno de nuestros tanatorios no presta solo servicio a la localidad en la que está, sino a toda la zona. En municipios pequeños, como estos, lo que diferencia es que los funerarios son conocidos en el pueblo, por lo que pueden ofrecer a sus vecinos un trato mucho más cercano y más ajustado a cada familia, porque la conocen previamente.
Son el ejemplo del relevo generacional que se está produciendo en muchas funerarias. Ahora que la sucesión está cerca, Pedro, qué repaso hace de estas últimas décadas al frente de la empresa.
La funeraria se fundó en el ‘85 por la unión de varios funerarios. Entonces no había ningún tanatorio, todo ha cambiado mucho. Las funerarias eran simplemente centros de contratación con ataúdes y hemos pasado a disponer de tanatorios con toda la equipación y el diseño. No han dejado de aparecer mejoras, y ahora serán las nuevas generaciones, que llegan con mucha formación y con muchos conocimientos, las que tengan que seguir introduciendo innovaciones.
Adolfo, tomando el relevo de la pregunta, ¿cuál es la estrategia en la que trabajan para estos próximos años?
He trabajado varios años fuera y ahora he vuelto a la funeraria porque me apetecía esa idea de, como dices, tomar el relevo. Seguiremos trabajando en algunas de las líneas que nos marcan como empresa, ese trato cercano y el conocimiento de las familias es para nosotros fundamental, y sabemos que es algo que la gente valora mucho. Además, queremos seguir mejorando nuestras infraestructuras, y es que siempre hay ese margen de poder hacer aún mejor las cosas.
Sí es verdad que ha coincidido ahora en varias empresas del sector este relevo y creo que somos una generación que llegamos con muchas ganas. Siempre reconociendo lo que se ha hecho hasta ahora, el haber llegado hasta aquí, tener actualmente seis tanatorios partiendo de cero. Es de mérito decir que el trabajo más duro es el que se ha hecho estos años, así que tenemos una buena base sobre la que seguir construyendo.