Un horno crematorio portátil que puede desplazarse con facilidad. Esa es la solución que un ingeniero boliviano ha desarrollado para ayudar a las funerarias de su país a superar el colapso en el que se encuentran. La pandemia del coronavirus ha provocado que los hospitales estén saturados y ha puesto en graves problemas al sector funerario.
En Bolivia la cremación de las víctimas del COVID-19 es obligatoria pero existen tremendas dificultades para cumplir con esta exigencia. De ahí la ocurrencia de Carlos Ayo, que se ha paseado por La Paz con su invento. «Horno crematorio portátil, hecho en Bolivia», ha escrito en un cartel colocado sobre la máquina que ha desplazado por las calles de la ciudad utilizando un camión.
Hornos crematorios como «alternativa práctica»
Tal y como recogen diferentes medios, Ayo ha defendido que su horno crematorio portátil es “una alternativa de solución práctica”. Y ha aclarado que las incineraciones no tendrían lugar en la calle: «Sería demasiado tétrico”.
Cada uno cuesta unos 45.000 mil dólares y se instalarían en lugares apropiados para auxiliar a las funerarias, incapaces de asumir el ritmo que les ha impuesto la pandemia. Se busca, de esta forma, dar apoyo al último eslabón de la cadena sanitaria.
El virus lleva a Bolivia a una situación extrema
Soluciones de emergencia como los hornos crematorios portátiles se ingenian porque el virus ha colocado a Bolivia en una situación extrema. El gobierno del país ha tenido que tomar medidas que afectan a la gestión de hospitales y funerarias. Su población está siendo duramente golpeada por la pandemia.
Hasta el momento se han registrado más de 86.000 casos de coronavirus y la cifra de fallecidos ronda las 3.500 personas. Un volumen de positivos y defunciones que mantiene al país en alarma y ha colapsado el sistema sanitario y los establecimientos funerarios.