“El baile de cifras oficiales de fallecidos por COVID-19 nos causó un gran dolor, por eso anunciamos que no volveríamos a hacer ningún estudio más”
ENTREVISTAS innovaFuneraria
El tanatopractor Juan Antonio Alguacil ha sido una de las caras más visibles del sector funerario en los últimos meses. Medios de todo el país han recogido su testimonio disidente respecto a los datos oficiales de fallecidos por coronavirus:
“Desde AESPROF publicamos nuestro estudio de campo después de un debate interno, porque sabíamos que iba a traer consecuencias. Creímos que nuestro deber era contar la realidad de la situación. Habíamos registrado un 40% más de fallecidos de lo declarado por el Ministerio de Sanidad”.
Los datos del estudio publicado por la organización que preside Alguacil, la Asociación Española de Profesionales Funerarios (Aesprof), fueron confirmados en el análisis realizado por el Instituto de Salud Carlos III, que incluso recogía una variación del 51,2% entre el 17 de marzo y el 5 de abril.
Alguacil considera que los cambios bruscos en los números por parte de la administración “han banalizado el sufrimiento de las familias”. “De un día para otro se quitaron 1.900 fallecidos del conteo oficial por COVID-19. Además, esto fue y es todavía utilizado en el debate político. El baile de cifras nos causó un gran dolor, por eso anunciamos que no volveríamos a hacer ningún estudio más. Tampoco queremos alentar ninguna otra disputa”, lamenta.
Pedagogía del sector contra el “populismo ideológico”
El sector ha estado expuesto de forma constante durante la crisis sanitaria. El presidente de los trabajadores funerarios cree que “España se ha sorprendido de nuestra capacidad profesional. Una capacidad que en muchos casos estaba minusvalorada”, y recuerda: “La gente se sorprendió cuando nos pusimos en contacto con la Comunidad de Madrid para ayudar a hacer las pruebas de coronavirus, unos tests que nuestra formación nos permite realizar”.
No todo han sido buenas palabras hacia el colectivo. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, recogía en abril los presuntos abusos cometidos por empresas funerarias para hacer declaraciones y medidas que afectaron directamente al sector.
Alguacil considera que el trato que se ha dado a estos sucesos en la opinión pública es “vergonzoso” y recuerda que “si una persona se siente injustamente tratada durante el servicio, hay mecanismos legales para cada caso, por lo que no es necesario caer en generalizaciones”.
Opina además que, ante las críticas infundadas y la opinión de que la gestión pública de los servicios funerarios es mejor per se, falta pedagogía por parte de las empresas. “La comunicación es clave para defenderse contra el populismo barato que ataca al sector. Un populismo chusco e ideológico que pasa por alto el esfuerzo empresarial detrás de este tipo de servicios. Montar una funeraria es una inversión descomunal. Detrás de cada factura hay componentes administrativos, sanitarios e industriales. Por no hablar de las tasas municipales, un IVA inexplicable del 21%, el trabajo de los operarios, el gasto en vehículos, instalaciones… Si la sociedad conociese todas esas circunstancias, nuestra imagen cambiaría”.
La educación de los jóvenes españoles también es otro pilar importante para el reconocimiento de este tipo de trabajos. Desde AESPROF animan a la administración pública a dar un paso al frente: “Creemos que desde el Ministerio se podrían promover charlas sobre cómo se presenta la muerte en nuestras vidas, la relación entre el cuidador y la persona o las características del tránsito final en las personas. Muchas personas no conocen eso. La sociedad es cortoplacista y la gente no quiere verse en la tesitura de decir adiós a un ser querido, pero todos pasamos por eso”.
“Las funerarias necesitan un grado superior en tanatopraxia”
Desde su nacimiento, la asociación que preside Alguacil aboga por oficializar la formación de los funerarios: “Hace 15 años nadie se imaginaba que para conducir una ambulancia necesitabas formarte. Hoy nos parece impensable no hacerlo. Sin embargo, en nuestro sector vemos con naturalidad que cualquier persona pueda manipular a una persona fallecida. No existe un grado superior en tanatopraxia, pero hay suficiente materia formativa como para impartirlo y las empresas lo necesitan”.
“¿Velatorios en streaming? En su día, velar en un tanatorio también era el fin del mundo”
Es precisamente la facilidad de entrar a trabajar en una funeraria es una de las cosas que “nos diferencia con Europa, donde ser embalsamador es muy difícil”, según Alguacil. “Desde el continente tampoco entienden -asegura- que tengamos una política sanitaria diferente en cada comunidad autónoma, lo que dificulta el servicio”. Las instalaciones españolas, por contra, son uno de los puntos fuertes de nuestro país: “He visto instalaciones en muchos países del entorno y ya quisieran ellos tener lo que tenemos aquí”.
La crisis del COVID-19 ha implementado nuevos cambios en el sector: “¿Quién pensaba hace unos meses que se iban a retransmitir velaciones por streaming? Me recuerda al salto que dimos en los ochenta, de domicilios a tanatorios. Parecía que era el fin del mundo y aquí estamos”.
Exponiendo lo último del mercado y las tendencias que marcarán el futuro, Alguacil afirma que “las ferias como Funexpo o Funergal tienen que ser exponentes de la constante innovación en ideas y formas de trabajo, así como de apertura de nuestro mundo al público general, que de una forma u otra, está en contacto con nosotros a lo largo del año”.