La tanatopraxia la forman el conjunto de técnicas que se utilizan para conservar un cadáver. Entre ellas están la higienización, la conservación, el embalsamiento, la reconstrucción o el cuidado estético.
Sustituimos los fluidos corporales del cuerpo por fluidos conservantes con un objetivo estético, mejorando la imagen del difunto para ofrecer a los seres queridos una imagen de paz y armonía.
Jordi Fernández, Responsable de Tanatopraxia de SFB – Grupo Memora
Actualmente, el sector se encuentra en pleno desarrollo, apostando por materiales más respetuosos con el medio ambiente. Nos lo confirma Jordi Fernández, tanatopractor del Grupo Memora, «cada vez más se utilizan productos ecológicos, tanto para maquillajes como materiales a la hora de vestir a los difuntos. Se sustituyen productor nocivos, como el formol, por otros más actuales y ecológicos».
Formación y nuevas herramientas
Jordi Fernández señala el aerógrafo como uno de los grandes avances en los últimos años. Gracias a este aparato, el maquillaje del difunto (cuya piel se encuentra, en numerosas ocasiones, muy deteriorada) se realiza de manera sencilla, sin provocar más daños al cadáver.
Pero si algo destaca en los últimos tiempos en la profesionalización del sector «se apuesta por la formación continua con cursos de especialización cada poco tiempo«. Esta continua actualización de los profesionales pone aún más en valor su trabajo, uno muy demandado y necesario.
A este respecto, Jordi señala la importancia de que los futuros profesionales «pongan en valor su trabajo. No se puede preparar un difunto en media hora, es una labor de suma importancia, mucha más de la que la gente cree».
Orígenes de la tanatopraxia
La preocupación por el tratamiento de los difuntos se remonta hasta la edad de piedra, época en la que ya se vestía a los cadáveres con ropas especiales y se maquillaban con barro rojo para darles una última despedida. Sin embargo, es durante el antiguo Egipto donde esto cobra especial relevancia.
Así, en la antigüedad la idea de la vida eterna impulsó el progreso de las distintas técnicas de conservación, estableciendo la idea de que el cuerpo pudiese disfrutar del ‘más allá’. Hoy en día la conservación del cadáver ha perdido esa función meramente religiosa, adoptando un carácter social y cultural.
Así, la preparación del cadáver ha dejado de ser algo religioso o espiritual para pasar a ser una gran herramienta para minimizar el impacto psicológico que produce en los seres queridos ver los efectos de la muerte en un cuerpo.