Aunque no se fundó como sociedad hasta 1981, Funeraria La Montañesa lleva trabajando en Cantabria desde los años 50, lo que le ha valido para convertirse en la empresa líder de la zona. Durante décadas han visto evolucionar poco a poco al sector, pero nunca imaginaban lo que este 2020 les depararía.
Laura Cavero, responsable del departamento de administración, innovación y marketing de la funeraria, nos cuenta en primera persona lo que la pandemia por coronavirus ha supuesto para el sector, el papel que han jugado los funerarios y la necesidad de una modernización cada vez más presente. Cavero, que en su día viajó a Japón para aprender sobre el oficio en una funeraria del país nipón, ha experimentado en los últimos meses un aprendizaje forzoso. La revolución del sector es ahora, más que nunca, una necesidad.
–En un momento como el que estamos viviendo, las funerarias están siendo uno de los sectores más afectados. ¿Hasta qué punto ha aumentado el volumen de trabajo en estos meses?
-Obviamente hemos notado un aumento en el número de fallecidos con respecto al año anterior, sobre todo teniendo en cuenta que hasta marzo llevábamos menos muertes que hacía un año. Pero, por suerte, en Cantabria no hemos estado a los niveles de otras comunidades que lo han pasado realmente mal, y el aumento de fallecidos respecto a otros años ha estado en torno al 4%.
–Una primera ola y ahora una segunda, ¿qué diferencias ha habido entre una y otra en el sector funerario?
-El principal cambio es que ya no estamos confinados, en la primera ola se hizo mucho más duro ya que teníamos que atender prácticamente todos los servicios por teléfono, los aforos eran tan reducidos que solo podían acudir al cementerio o crematorio tres personas , el tanatorio estaba cerrado… Al final todo era distante y se hacía muy duro trabajar en esas condiciones, sobre todo porque estabas tratando con personas que acababan de perder un ser querido que igual no habían podido verle desde hacía tiempo y no podías ofrecerles el consuelo y acompañamiento que estamos acostumbrados a dar.
–Imagino que habrá sido necesario cambiar los protocolos también.
-Las circunstancias cambian constantemente y nos tenemos que reinventar semana a semana, adecuándonos a las restricciones y recomendaciones de cada momento y adaptando esos protocolos continuamente. Hay que controlar los aforos, las distancias, las formas de actuar frente a un fallecimiento por Covid19… Están siendo muchos cambios.
«Las restricciones y recomendaciones cambian semana a semana, y nos tenemos que reinventar constantemente, adaptando los protocolos continuamente»
–Como comentabas, las restricciones llegaron incluso a dejar sin velatorios, ¿qué efecto tuvo esto en las familias?
-Creo que a veces no somos del todo conscientes, pero es muy importante poder despedirte de alguna forma, el duelo tiene sus fases y en el momento que te quitan la posibilidad de poder velar a un ser querido puede conllevar una peor asimilación de esta pérdida. Considero que los tanatorios cumplen esa función de sentirte acompañado en tu duelo, al recibir visitas de familiares y amigos que comparten la pena contigo, y el coronavirus privó a muchos de ello.
–Y, ¿cómo se puede ofrecer una despedida cercana y humana en una situación así?
-Es muy complicado al no poder tener ese contacto tan estrecho como teníamos antes. Hemos tenido que incorporar, por ejemplo, cámaras en el crematorio y en la capilla del tanatorio para que familiares o amigos que se encuentran en cuarentena o viven en otra ciudad y no pueden acudir, tengan la posibilidad de ver en streaming la ceremonia de despedida e incluso la introducción del féretro en el horno desde su domicilio.
«El tanatorio cumple una función fundamental de acompañamiento en el duelo, y el coronavirus privó de ello a mucha gente»
–Hablas de la importancia del duelo, ¿cuáles son las principales peticiones de la familia a la hora de dar el último adiós?
-Cada vez se busca más la personalización del servicio, poco a poco se está quitando ese tabú que hay alrededor de la muerte y la gente lo habla más con su entorno y comenta cómo desearía que fuese su despedida.
También el abanico de posibilidades es mayor, por ejemplo nosotros acabamos de incorporar ceremonias no religiosas y está teniendo muy buena acogida, ya que hasta hace poco si no eras creyente y hacías un funeral religioso esa parte del duelo te la perdías. Por otro lado, hemos observado un incremento en las incineraciones, antes era muy usual tener nichos o panteones familiares y la gran mayoría era inhumación, pero ahora esa tendencia está cambiando y hemos tenido que poner incluso un segundo horno en nuestro crematorio.
Lo importante es ofrecer a las familias lo que ellas de verdad quieren, porque es un momento que no se puede repetir y tienen que sentir la libertad de organizar la despedida que deseen.
–¿Cuál ha sido el papel de los trabajadores del tanatorio?
-Es un trabajo en el que en cierto modo actúan también de psicólogos. Tienes que atender a las familias en un momento realmente doloroso de su vida, con las particularidades de cada caso, porque no todo el mundo lleva igual el duelo. Tienes que saber cómo tratarles y transmitirles esa tranquilidad y confianza que necesitan, que no se tengan que preocupar de nada.
–Y , ¿cómo les ha afectado a ellos, a los trabajadores, todo lo vivido?, ¿llegaron a necesitar algún tipo de ayuda?
-Al principio de la pandemia fueron momentos muy duros, sobre todo por la incertidumbre, no se sabía de qué forma contagiaba el virus, si un cadáver podía transmitirlo, dificultad para conseguir mascarillas y EPIs… Al final nosotros estábamos muy expuestos y quieras que no se vivía todo con bastante tensión por el miedo que había, nosotros intentábamos tener al personal lo menos posible fuera de sus casas, los llamábamos cuando hacían falta. Afortunadamente ninguno de nuestros trabajadores se contagió.
«En el inicio de la pandemia se vivieron momentos muy duro para el personal funerario por la incertidumbre, y la falta de mascarillas y EPIs. Había mucho miedo»
– ¿Qué necesidades del sector ha evidenciado esta pandemia?
-Para mí la más importante de todas es que ha acelerado un proceso de adecuación a los tiempos actuales a nivel tecnológico. Es un sector muy conservador y tradicional, pero nos hemos dado cuenta de la necesidad que hay de modernizarse en este aspecto y cómo nos puede ayudar y mejorar el servicio que damos a las familias. También ha puesto en valor nuestro trabajo demostrando estar a la altura incluso en circunstancias tan complicadas.
– Y, ¿hacia dónde evoluciona el sector funerario?
-Creo que tiene que ir por esa línea de modernización, siempre respetando las tradiciones y el deseo de cada familia. Hay que olvidarse del discurso de “toda la vida se ha hecho así para que vamos a cambiar”. Las necesidades o circunstancias que tenemos ahora no son las mismas que hace 40 años y eso se tiene que ver reflejado tanto en los servicios que damos como en el cómo los damos.