El poeta granadino refleja en su nuevo libro los 15 meses que sucedieron entre el diagnóstico de la enfermedad de su mujer, Almudena Grandes, y el fallecimiento de esta
Luis García Montero (Granada, 1958) es uno de los poetas españoles más celebrados. Director del Instituto Cervantes y Premio Nacional de Poesía, Montero es además, desde el pasado mes de noviembre, el viudo de la escritora Almudena Grandes.
De alguna forma, así se presenta el granadino en su nuevo libro “Un año y tres meses”, en el que narra esos 15 meses desde que el diagnóstico de la enfermedad cayera sobre su pareja hasta que finalmente esta falleció. Para el autor, otra forma de plasmar una historia de amor que abarcó tres décadas.
“Es una experiencia inolvidable el que te necesiten y el ser necesitado”
“Hay que tratar los temas de duelo con el mayor pudor posible. Los debates más íntimos son los que tienen que ver con el amor y con la condición humana” explicaba Montero durante la presentación de la obra, tal y como recoge el periodista Javier Velasco en TodoLiteratura.
Casi un año después de la pérdida, destaca en el escritor el cariño con el que recuerda aquellos momentos, quizá los más duros. “El libro me ha brindado la posibilidad de haber comprendido la enfermedad y de cuidar a la persona que amaba. Cuidándola hasta el final. Fue una experiencia inolvidable el que te necesiten y el ser necesitado. Además, me ha dado la posibilidad de reflexionar sobre la enfermedad, y de paso sobre la sociedad. Ahora que nos invade una ola de narcisismo y hedonismo que no conducen a ninguna parte y que nos hace tomar conciencia de lo vulnerables que somos”, explicaba.
‘Un año y tres meses’ está ya para siempre unido a otra de las obras de García Montero, ‘Completamente viernes’, publicado en 1998 y en el que el poeta recoge algunos de sus poemas de amor «para Almudena», como reza su dedicatoria. Libro, además, que el granadino depositó junto al ataúd de ella durante su entierro.
«Como el cuerpo de un hombre derrotado en la nieve,
con ese mismo invierno que hiela las canciones
cuando la tarde cae en la radio de un coche,
como los telegramas, como la voz herida
que cruza los teléfonos nocturnos
igual que un faro cruza
por la melancolía de las barcas en tierra,
como las dudas y las certidumbres,
como mi silueta en la ventana,
así duele una noche,
con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,
con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,
pues todo se me olvida
si tengo que aprender a recordarte».
La ausencia es una forma de invierno, (Luis García Montero, Completamente viernes)