Disparos, enfrentamientos o el consumo de drogas frente al cuerpo son actos frecuentes en estas violentas celebraciones
Desde 2019, Chile ha registrado 1.100 funerales considerados de alto riesgo, 295 en lo que va de año. La violencia de las bandas del narcotráfico se traslada a los velatorios del país americano. Estas peligrosas celebraciones han acuñado una denominación propia: narcofunerales.
Disparos, enfrentamientos, consumo de drogas frente al cuerpo… Los expertos aseguran que consisten en toda una muestra de fuerza de la banda que, al perder a uno de sus integrantes, quiere ejemplificar que el legado continúa. El trabajo funerario adquiere, entonces, una gran peligrosidad. El Canal 13 de Chile recogió, hace unos pocos días, el testimonio del funerario Waldo González, que describía un macabro episodio vivido en su carroza: «Trasladaba a un fallecido y su madre me acompañaba. De repente, dos individuos me obligaron a parar el coche, uno de ellos a punta de pistola. Eran amigos del fallecido que se oponían a que sus restos mortales reposaran en otro lugar. La madre intentó convencerles de que nos dejaran ir, pero no hubo manera. Tuvo que venir un cuerpo especializado de la policía para evitar el traslado forzoso». En este caso, además del narcotráfico también estuvieron implicados los conocidos como barras bravas, relacionados con la violencia en el fútbol. Cuenta González que alguna vez se han producido detenciones durante el viaje del cortejo fúnebre, un servicio que finalmente «se deja sin pagar».
En los velatorios de muchos narcotraficantes no es raro que se llene el ataúd, cuerpo presente, de sustancias estupefacientes, y que algunos de los asistentes consuman junto al cuerpo, que en ocasiones se adorna con fajos de billetes e incluso con el arma que pertenecía a la persona en vida. Tal combinación supera los límites del tanatorio y no es raro que los asistentes cuelguen vídeos en sus redes sociales.