Todos los días sin difíciles, pero como señala la psicóloga Victoria Meléndez, en Navidad el dolor se acentúa: «Las familias y amigos se reúnen más en estas fechas y se siente más la ausencia»
Aunque la Navidad marca tradicionalmente una fecha de alegría, para muchas familias, que han perdido recientemente a un ser querido, esta alegría se ve empañada por la nostalgia y la añoranza. Aparece entonces el conocido como síndrome de la silla vacía, que encierra todo los sentimientos que surgen tras la pérdida de un ser querido, especialmente palpables durante celebraciones y fechas destacadas, como las que estamos viviendo en estos días.
En estos momentos, las ausencias se vuelven más evidentes y los recuerdos se acumulan. Las festividades navideñas representan periodos desafiantes, especialmente para aquellos que han experimentado la pérdida de un ser querido. Estos momentos conllevan nostalgia, recuerdos, sufrimiento e incomprensión. La recomendación general es encarar la realidad de que la silla del ser querido estará vacía, honrarlo, conectarse profundamente con aquellos que están presentes y permitirse expresar gratitud. Solo de esta manera, se podrá disfrutar de estas fechas tan significativas y compartir la alegría con quienes nos rodean.
Y es que todos los días sin difíciles, pero como señala la psicóloga especialista en duelo Victoria Meléndez, en Navidad el dolor se acentúa. «Esto es porque las familias y amigos se reúnen más en estas fechas y se siente más la ausencia y no se encuentra sentido a la Navidad en un momento en el que estamos sintiendo nostalgia, recuerdos, sufrimiento e incomprensión» explica la psicóloga. «Además hay una falta de sintonía entre lo que nos está pasando a nosotros y la alegría y celebración de fuera y tenemos miedo de no estar a la altura ni dar lo que se espera de nosotros».
La especialista intervino este miércoles en la conferencia ‘Mi primera Navidad sin ti’, organizada por Grupo ASV Servicios Funerarios, donde un centenar de personas en proceso de duelo pudieron intercambiar impresiones, compartir dudas y valerse de la experiencia, tanto profesional como personal, de la psicóloga.