Fernando Alcón, presidente de AESPROF, desvela cómo ha podido ser el tratamiento para la conservación del cuerpo de Isabel II
El funeral de la reina Isabel II ha congregado a un buen número de jefes de Estado y representantes mundiales. Durante diez días el país ha acogido distintos actos de homenaje para una de las monarcas más longevas de Europa, que han culminado este lunes con una última despedida en la capilla de San Jorge.
Diez días en los que el cuerpo de Isabel II ha sido expuesto, dentro de su ataúd, en la misma capilla. Un proceder poco habitual en España que, sin embargo, sí se realiza en otros puntos de Europa donde los funerales, lejos de llevarse a cabo a las pocas horas del fallecimiento, se programan para varios días después.
Para la conservación del cuerpo durante tantas jornadas, es necesario que se haya llevado a cabo un embalsamamiento, tal y como asegura a este medio Fernando Alcón, presidente de AESPROF y referente de la tanatopraxia en España. Esta técnica no es de las más utilizadas en nuestro país, aunque sí se recurre a ella ante un trasladado institucional o en casos muy específicos, donde puede mejorar el aspecto del fallecido.
¿Por qué un embalsamamiento?
“No hay otra fórmula, se inyecta biocida o formol al cuerpo para poder mantenerlo el tiempo que haga falta. Cuanto más cantidad más tiempo puede resistir, aunque también más se deshidrata, lo que puede afectar al aspecto”, explica.
A ello se une la utilización de un ataúd especial, en cuya composición estaría presente el zinc. Algunos medios apuntaban al plomo, sustancia que, según confirma Alcón, se encuentra prohibida desde hace años.