Las funerarias y tanatorios son en numerosas ocasiones vistos como fríos y oscuros. Sin embargo, la realidad nos demuestra que, pese al dolor y el respeto por las familias, son espacios con cabida para la empatía, la cercanía y la esperanza.
Ello es, en gran parte, debido a los trabajadores del sector. Personas formadas en duelo, y especialistas en el trato con las familias en uno de sus peores momentos. Pero para que todo pueda funcionar como debe, es primordial que el equipo laboral se sienta unido y motivado a la hora de realizar su trabajo. Para lograrlo, es indispensable que todos los trabajadores, independientemente del puesto que ocupen (administración, transporte y manipulación del cadáver, tanatopraxia…) puedan desarrollarse en un ambiente adecuado.
En todos los sectores el trato con el cliente es una de las patas angulares que debe sostener el buen hacer diario. En el sector funerario esto cobra aún más importancia. El buen hacer de la plantilla beneficiará no solo a la empresa, sino que repercutirá directamente en su propio bienestar. En un ambiente, como el nuestro, en donde la empatía y la templanza son rasgos esenciales, crear y conservar un ambiente de respeto y armonía debe ser una de las prioridades. Te ofrecemos algunas claves sencillas para lograrlo:
Hacer equipo para ofrecer el mejor servicio
Respeta. La base de las relaciones humanas, también lo es de las laborales. Sería ingenuo pensar que todos los trabajadores deban ser amigos, pero sí es posible que todos ellos mantengan una comunicación activa. Tolerar y respetar las opiniones de cada uno, dentro de un contexto de compañerismo, será esencial sobre todo en los momentos de máximo estrés.
Reconoce. A la hora de trabajar en equipo, y más en una funeraria, es esencial que los trabajadores sean capaces también de señalar el buen hacer de los demás. Algo tan sencillo como felicitar a un compañero por el trabajo buen hecho puede marcar la diferencia entre un mal y un buen día. Ser recompensado, solo con unas breves palabras, crea en nosotros la sensación del trabajo bien hecho y refuerza la confianza tanto en nosotros mismos como en el equipo que nos rodea.
Agradece. Cada uno necesitaremos ayuda en algún momento concreto porque, aunque suene algo tópico, ‘nadie nace enseñado’. Seguro que alguna vez has tenido que pedir ayuda a un compañero y que, luego, te tocará a ti ayudar. En ambos casos, agradecer el gesto y confiar en los demás, remarca ese espíritu de ‘equipo’ tan esencial cuando a quienes tenemos enfrente no son solo clientes, sino personas transitando por un duelo.