El enterramiento de un ser vivo está íntimamente ligado con una cultura propia así como de cierta capacidad afectiva y reflexiva. Enterrar a los muertos es una muestra de respeto y por ello es tan importante conocer cómo y cuándo empezaron estas prácticas.
El primer entierro conocido de Homo Sapiens hasta la fecha, es la de un niño o niña a la que se ha apodado como Mtoto, cuyos restos se encontraron en Panga ya Saidi (Kenia). De unos tres años, los investigadores encontraron al menor acostado de lado, con las piernas flexionadas y con una especie de almohada bajo la cabeza. Si existían hasta entonces ejemplos más antiguos, aunque ninguno se había encontrado con semejante detalle de preparación, lo que podría representar un rito funerario.
Por el estudio de sus huesos se sabe que se le enterró poco después de fallecer, que su cuerpo se cubrió con tierra y que, desde ese momento, sus huesos se han mantenido en el mismo lugar hasta llegar a nuestros días.
El descubrimiento tuvo participación española: en ella colaboró María Martinón-Torres (CENIEH), Juan Luis Arsuaga (Museo de la Evolución Humana y UCM-ISCIII) y Elena Santos, del mismo centro. Ellos, junto con colegas internacionales, transportaron los huesos desde Kenia hasta Burgos, donde se llevó a cabo el estudio.
Pero no solo nuestra especie (Homo Sapiens) practicaba y practica los entierros con sus muertos. Algunas de las que nos precedieron también llevaban a cabo rituales más o menos similares. Es el caso de los preneandertales de Atapuerca, de más de 100.000 años de antigüedad. De igual manera, hay fichados enterramientos neandertales de hasta 80.000 años atrás.
Y es precisamente en Atapuerca donde se encuentra una de los sitios arqueológicos más impresionantes de España. Allí se ha encontrado, en la conocida como Sima de los Huesos, restos de hace 400.000 años de Homo heidelbergensis en lo que podría ser «el primer santuario de la humanidad«.
Como estos, son muchos los importantes descubrimientos de este tipo que se han realizado, pero sin duda son aún más los que quedan por salir a la luz. Huellas de nuestro pasado, imprescindibles para entender quienes somos y cómo hemos llegado hasta aquí.